jueves, 31 de diciembre de 2009

HD2C- Fragmento V: "¿Por qué yo?"

Dicen que “lo mejor al último” y este ensayo no debe ser la excepción. Este fragmento lo dedico a todas las veces en las que me has preguntado "¿Por qué yo?...".

La respuesta desgraciadamente no es sencilla y tampoco única. Ya te habrás dado cuenta de alguna que otra cosita a lo largo de los fragmentos de esta recapitulación de eventos con la que cierro el año. A lo largo de estos fragmentos te he dado pequeñas piezas del rompecabezas que va revelando la respuesta poco a poco.
Te has dado cuenta un poco de mi forma de ver las cosas a lo largo de todo este escrito y mi punto de vista en escenarios donde probablemente quedaron incertidumbres sobre la mesa. Pues bien, es hora que juntos le vayamos dando forma a este rompecabezas a lo largo de este fragmento.

Para empezar, te diré que físicamente me gustaste desde el primer semestre. Tú y otras cuantas chicas en el salón que se me hicieron las más guapas me llamaron la atención a lo largo del semestre, tu ya sabes quienes son porque te lo he dicho desde que no hay más secretos entre nosotros.

(Casi) Todas eran muy bellas, inteligentes -al haber llegado tan lejos, deben serlo-, pero tú tenías algo que nadie más vio. ¿No adivinas?... Magia. Ves la vida con unos ojos ya más bien experimentados, probablemente de vidas anteriores. Yo puedo ver una esfera en un sistema cartesiano, mientras que tú ves todo un universo dentro de ella.

Eres mi complemento perfecto. Yo soy aún muy joven, kármicamente hablando, y aún no soy conciente de muchas cosas que podría hacer y mi pequeña lucha he podido ir avanzando un poco a través de experiencias. Me falta mucho por aprender, pero sabes que tengo una fuerza de voluntad y una mente abierta a lo que los ojos no pueden ver. Podríamos vivir muchísimas cosas juntos, como lo hemos hecho hasta ahora. Las posibilidades son infinitas ¿y sabes que es lo más importante?... que la única manera en la que me iría de tu lado, sería que tú me lo pidieras.

Me gusta la manera en que ves la vida, sin ningún dejo de maldad. Me gusta tu aura, limpia y en armonía. Tu balance. Tu espíritu vibra de una manera muy hermosa que ya he podido captar en más de una ocasión cuando estamos juntos. Eso es la parte espiritual.

En la parte carnal, me encantan tus ojos. Siempre con una historia maravillosa que contar. Portales a un nuevo mundo lleno de cosas que pocos ven; su forma, su dulzura... es como mirar directamente a la luna en una noche de paz. Es mirar una de las cosas más hermosas y puras que aún quedan en este mundo.
Tus labios no se pueden quedar atrás. Alguna vez hace años me preguntaba cosas como... ¿A qué sabrá la gloria?... ¿Por qué los hombres le temen a la muerte?... Cuando probé tus labios por vez primera me quedó bien claro. Al fin le había dado un morodisco al manjar más jugoso y bebido del manantial más puro... al fin comprendí que la vida es eso que pasa ante tus ojos mientras esperas a que las cosas mejoren... comprendí que había desperdiciado la mitad de mi juventud en estupideces como la inseguridad y los complejos de inferioridad, pero no me entristecí por ello, si no que me alegré de estar vivo y poder compartirte un poco de ese maravilloso sueño que llaman vida.
Tus manitas, me encanta como caben perfectamente en las mías. Capaces de las más nobles de las acciones, como el haber cocido la cinta de mi mochila aquella mañana. Tus manos me encantan porque son pequeñas y delicadas, y aún así con un enorme potencial. Simbolizan tu pasado -mano izquierda- y tu futuro -mano derecha-. Alguna vez me enseñaron cómo leer sus líneas, pero desgraciadamente ya no recuerdo porque no lo puse en práctica lo suficiente y no encuentro el libro...
Tu cintura. La forma en la que mis manos fueron casi casi hechas para recorrerlas con maestría. Tú figurita de reloj de arena, la ligereza de tu vientre y tu compexión delgada que me hace pensar que en verad eres una criatura elemental estrenando su forma humana.
Tu olor, también me encanta. No puedo definir con certeza a qué es, pero me encanta respirarlo por las mañanas. Se me pega tu escencia y el resto del día no puedo alejarte del pensamiento. La señorita mágica, aquí, allá... en cada rincón de mi depa y de mi corazón.
Me encanta la forma en que ríes también. Es una risa limpia como el aire de la montaña más alta que jamás el hombre haya escalado sin profanarla. Una risa melodiosa que invita también a reir contigo, porque al igual que tú es ligera, libre, nítida y jugosa, como las viñas europeas que llenan de uvas para hacer el mejor vino del mundo.

Es más... si ponemos en una balanza, pesaría mucho más lo espiritual ante lo carnal, pero sabes que soy versatil y puedo ser tanto teórico como práctico.

¿Por qué tú?... porque eres tú y no otra. La señorita mágica, la única e inigualable. Con la que he reído, llorado, debrayado, probado la gloria y resurgido de mis cenizas. Sabes que por muchas adversidades que vengan, yo no retrocedo. Meto las manos al fuego por la gente que amo, me quito la camisa por un buen amigo y nunca me rendiré.

Otra de esas cosas que quizas no te había contado es un poco del árbol genealógico y que quizás explique un poco mi tenaz caracter. Mi padre no conoció al suyo porque lo abandonó para irse con otra mujer. Él tuvo que trabajar desde muy chico de tiempo completo como cargador, como chalán, como lo que podía, para mantener a sus hermanos que eran aún niños. Seguramente creció con ese patrón y a la hora de la hora no supo como manejar la situación. En su primer matrimonio tuvo 3 hijos -hasta donde sé- y luego los abandonó de la misma manera que se la hicieron a él para irse a vivir con mi mamá. Luego me tuvieron a mi y se repitió el ciclo. Vi las penurías de mi mamá para sacarnos adelante y la comodidad con la que él quiso regresar 10 años después a la casa, como si hubiera ido a comprar una caja de cigarrillos. Me duelen esas historias en lo más profundo. Historias como la tuya y la mía... son esas cosas que me hacn perder un poco la fé en la humanidad. Pero no queda otra que aprender de sus errores y tener la caballerosidad de luchar hasta el final.
Así, si me eliges a mi, yo lo daría todo.

Soltaría lo mejor de mí y dejaría atrás lo que me perjudica, como las parrandas y los excesos que luego tengo. Por tí vencí mis dudas y al demonio que vivía en el cofre de mi habitación. Si necesitas una prueba más grande, esta podría ser una. Son las 2 de la mañana y sigo escribiendo aquí porque te hice un juramento; aclarar tus dudas en un ensayo de más de 9 mil palabras. Ese miércoles que demoré mucho en el colegio de Ingenieros, caché un resfriado brutal y ahora mismo me duelen los huesos y la cabeza como pocas cosas en la vida, pero aquí estoy por la sencilla razón de que te amo.

En un cierto chismógrafo que tu me mandaste, una de las preguntas precisamente era “¿Qué harías por la persona que más quieres en la vida?”. Pues es asombroso con una fuerza de voluntad férrea. Tanto que aún no lo hemos descubierto, pero todo lo que debes hacer es darme una oportunidad.
Realmente no sé que vayas a decidir y a veces me sorprendo haciéndome trizas la cabeza pensando en el tema una y otra vez, pero también me has enseñado que las cosas se dan cuando deban de darse y que todo lo que uno merece, lo consigue si se esfuerza. Uno forma su propio universo y gracias a tí comprendí esas cosas que alguna vez me enseñaron, pero ante la incredulidad, guardé en una caja de archivo muerto.

Debería de calmarme y disfrutar lo que queda de las vacaciones. Ya nos veremos en la Facultad y te daré lo mejor de mi, como cada mañana...

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