-Bliss ist viel in der dusche….- cantaba
nuestro conocido filósofo, mientras se relajaba en la bañera.
Sería una tarde relajante.
Sólo dedicarse a flotar. Estiró su mano para darle un trago a su cerveza, sin
abrir los ojos, porque sabía que la había dejado a su alcance, del lado
derecho. Sin embargo, sintió una calidez desconocida rozando su antebrazo. Una calidez
que no tenía lugar y que jamás había sentido; una calidez que lejos de
asustarlo, le hizo abrir los ojos e incorporarse a averiguar.
-Was?...- Exclamó anonadado.
Una burbuja que le podría
caber en la palma de la mano flotaba a su lado e irradiaba un calor muy
agradable.
-Berta!.. Sie müssen das
sehen! - gritó mientras salía de la bañera, cuidando no chocar con la burbuja
-Ich bin beschäftigt!- le
contestó su mujer, del otro lado de la puerta.
Nietzsche se amarró una
toalla blanca a la cintura y apuró su cerveza para poder analizar al extraño
visitante más de cerca. La burbuja había comenzado a crecer y ahora hacía calor
en todo el baño. Sin embargo, sintió más curiosidad que miedo y juntó un poco
de agua entre las manos y se la arrojó a aquél extraño objeto. Ahora comenzó a
crecer más rápido y a despedir pequeños rayos de energía roja desconocida.
Ahora sí lo había
sobrecogido el temor. Quiso dirigirse a la puerta, pero la entidad lo siguió
hasta colocarse entre la salida y él para impedírselo. Desafiante como siempre
había sido, tomó un banquito de madera para intentar hacer a un lado al
visitante
-Außerhalb!-Le gritó
mientras la amenazaba con el banco a la esfera que ahora centelleaba azul.
La burbuja ahora no sólo
centelleaba, si no que empezó a succionar con mucha fuerza, tanta que le
arrebató el banco de las manos y ahora intentaba absorberlo a él.
-HILFE!... BERTA!- gritó
mientras se detenía del retrete
La esfera lo succionó de una
sola vez y todo lo que quedó de él en aquél cuarto de baño fue la humedad de
sus huellas en el suelo. Cerró sus ojos al sentir que caía en un infinito vacío
que aceleraba cada vez más, despeinando su bigote.
En unos instantes cayó al
frío suelo metálico de una oscura habitación sin ventanas.
-Hilfe!... Gibt es jemanden
dort?- Preguntó Friedrich, golpeando la pared metálica más cercana.
Escuchó como se abría una
puerta y por la rendija se colaba luz. Era evidente que ya no se encontraba en
el cuarto de baño de su hogar.
-El experimento fue un
éxito… Wilkomen, Herr Nietzsche!- Le estrechó una mano un joven vestido
totalmente de negro.
-Wer bist du? ... Wo bin ich? ... Wie bin ich hierher
gekommen?- Le cuestionó al joven, mientras se incorporaba e
intentaba volver a acomodarse la toalla.
-Warten… warten- le contestó
mientras extendía la palma de su mano, ofreciéndole un auricular con micrófono
integrado, haciéndole la seña con la otra mano de que pusiera el adminículo en
su oreja derecha.
Intrigado, siguió la
instrucción que le habían dado.
-¿Quién eres?... ¿Cómo
llegué aquí?- preguntó Nietzsche, y una voz metálica y monótona hizo de
intérprete a través de una bocina localizada a unos metros de él, fuera de la
cápsula metálica que acababa de abandonar.
-Bienvenido, maestro, mi
nombre es Rafael. Estamos en el continente Americano, en México, para ser más
precisos, esta es la oficina del Partido Humanitario. Lo trajimos aquí para que
nos honre con sus conocimientos.
El aparato que se había
colocado en la oreja era un traductor en tiempo real. Ahora podía escuchar una
traducción en alemán a través del auricular.
-¿Qué carajo?... ¿Usted
inventó todo esto?...- le cuestionó genuinamente intrigado.
-No exactamente
-¡Cómo se atreve a sacarme
así de mi hogar!... Creo que usted es el que debe compartir su conocimiento
conmigo primero… ¡Los viajes en barco tardan semanas y esto fue en un
instante!... ¡Y este aparato traductor!... No sabía que tenían esto en América…
-Bueno, no exactamente…
verá… ahora hay cosas más…
-¿Ahora?
-Sí… esto es el año 2017. Lo
necesitamos para una campaña política que basaremos en sus escritos, sobre
todo…
-¡Válgame!... Usted me está
tomando el pelo… casi 200 años en el tiempo… eso no lo creo. ¡Exijo una
explicación!... ¡Y ropa!- Lo fulminó con una mirada asesina mientras acomodaba
su bigote
-Tranquilo, acompáñeme… aquí
tengo algo de ropa que podría quedarle…tome lo que necesite…
Lo dirigió a una habitación
para darle más privacidad. El joven de negro se sentó en una silla que colocó a
lado de la puerta para poder seguir conversando con él.
-Es todo un honor tenerlo
aquí, maestro
-¿Me va a explicar cómo
llegué aquí?- le respondió a través de la bocina.
-Eso no es importante, Herr
Nietzsche… nos tiene que ayudar a una campaña política.
-¿Campaña política?... Bueno,
nunca me ha entusiasmado mucho la idea, pero si acepto, tendrá que responder a
todo lo que le pregunte y prometer que me va a regresar a mi hogar
-Hecho.
El hombre de negro sonrió de
oreja a oreja. Nada podría detener al partido si contaban con un ideólogo tan
importante. Ya podía verse a sí mismo dando su discurso de toma de posesión en
el palacio de gobierno.
-Oiga, qué curiosa bandera
tiene aquí colgada en la cabecera de su cama… es una letra “Y” con una línea
horizontal cruzando la parte baja… además veo que también tiene una esvástica
del otro lado… no sabía que el budismo había llegado a América…
-¿Budismo?... ah, sí, claro…
Bueno, el otro símbolo es el símbolo de una organización de tantas a las que
pertenezco…-le contestó nervioso el hombre de negro al filósofo- pero bueno… le
voy contando de qué va mi propuesta política. Sé que le va a llamar la
atención. Es lo del super hombre. Usted sabe, el hombre superior que tiene el
derecho de tomar la voluntad superior sobre las razas inferiores. De tomar lo
que nos pertenece sin arrepentirnos, porque somos superiores…
-¿Pero qué imbecilidad está
diciendo?... de eso no trata lo del superhombre, no sea idiota.
-P-pe-pero… la raza
superior, el hombre superior…
-No, no, no… ¿Alguna vez ha
leído algo que yo haya escrito?...
-No, bueno, no exactamente
usted, pero inspirado en usted…-le contestó muy nervioso, con la voz
temblorosa- alguien que quiso limpiar al mundo de inferiores comenzando por
Europa… varios años después… su legado fue muy importante… nosotros queremos
seguir con eso… así de importante es su legado…
-¿Limpiar al mundo de
indeseables?... ¿De qué está hablando?
-A-a-a-adolf Hitler… quiso
que el mundo fuera sólo de los super hombres, maestro…
-Ay, mierda… ¡No escribí
nada de eso!- le contestó furioso mientras abría la puerta. Se había puesto una
camiseta de Iron Maiden, unos pantalones de mezclilla y unos tennis deportivos
para jugar fútbol que encontró a los pies de la cama.
-¿Entonces no me va a
ayudar?...- le contestó intentando fingir una sonrisa y haciendo una reverencia
-No. Usted no sabe nada. La
comprensión lectora está muerta. Usted la mató.
Friedrich Nietzsche se quitó
el aparato de la oreja, azotó la puerta y salió para no volver más a ese
laboratorio.