domingo, 26 de agosto de 2018

Tú, la noche estrellada

Tú, la noche estrellada y la calma,
la paz del descanso ajeno,
la nostalgia en desenfreno
y tú soñando, mujer de mi alma

Tú, lo acogedor de tu seno,
las sombras que acarician tu espalda,
te dan abrazos que me hacen falta
y tú sigues descansando a pleno

Y yo aquí nada más, añorándote
cómo quien añora el mañana
pudiendo estar soñándote

Y yo esperando que inicie la semana
para seguir conociéndote
Tú, mi noche estrellada

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miércoles, 10 de enero de 2018

La dicha es mucha en la ducha

     -Bliss ist viel in der dusche….- cantaba nuestro conocido filósofo, mientras se relajaba en la bañera.

Sería una tarde relajante. Sólo dedicarse a flotar. Estiró su mano para darle un trago a su cerveza, sin abrir los ojos, porque sabía que la había dejado a su alcance, del lado derecho. Sin embargo, sintió una calidez desconocida rozando su antebrazo. Una calidez que no tenía lugar y que jamás había sentido; una calidez que lejos de asustarlo, le hizo abrir los ojos e incorporarse a averiguar.

     -Was?...- Exclamó anonadado.

Una burbuja que le podría caber en la palma de la mano flotaba a su lado e irradiaba un calor muy agradable.

     -Berta!.. Sie müssen das sehen! - gritó mientras salía de la bañera, cuidando no chocar con la burbuja
     -Ich bin beschäftigt!- le contestó su mujer, del otro lado de la puerta.

Nietzsche se amarró una toalla blanca a la cintura y apuró su cerveza para poder analizar al extraño visitante más de cerca. La burbuja había comenzado a crecer y ahora hacía calor en todo el baño. Sin embargo, sintió más curiosidad que miedo y juntó un poco de agua entre las manos y se la arrojó a aquél extraño objeto. Ahora comenzó a crecer más rápido y a despedir pequeños rayos de energía roja desconocida.
Ahora sí lo había sobrecogido el temor. Quiso dirigirse a la puerta, pero la entidad lo siguió hasta colocarse entre la salida y él para impedírselo. Desafiante como siempre había sido, tomó un banquito de madera para intentar hacer a un lado al visitante

     -Außerhalb!-Le gritó mientras la amenazaba con el banco a la esfera que ahora centelleaba azul.

La burbuja ahora no sólo centelleaba, si no que empezó a succionar con mucha fuerza, tanta que le arrebató el banco de las manos y ahora intentaba absorberlo a él.

     -HILFE!... BERTA!- gritó mientras se detenía del retrete

La esfera lo succionó de una sola vez y todo lo que quedó de él en aquél cuarto de baño fue la humedad de sus huellas en el suelo. Cerró sus ojos al sentir que caía en un infinito vacío que aceleraba cada vez más, despeinando su bigote.
En unos instantes cayó al frío suelo metálico de una oscura habitación sin ventanas.

     -Hilfe!... Gibt es jemanden dort?- Preguntó Friedrich, golpeando la pared metálica más cercana.

Escuchó como se abría una puerta y por la rendija se colaba luz. Era evidente que ya no se encontraba en el cuarto de baño de su hogar.

     -El experimento fue un éxito… Wilkomen, Herr Nietzsche!- Le estrechó una mano un joven vestido totalmente de negro.
     -Wer bist du? ... Wo bin ich? ... Wie bin ich hierher gekommen?- Le cuestionó al joven, mientras se incorporaba e intentaba volver a acomodarse la toalla.
     -Warten… warten- le contestó mientras extendía la palma de su mano, ofreciéndole un auricular con micrófono integrado, haciéndole la seña con la otra mano de que pusiera el adminículo en su oreja derecha.

Intrigado, siguió la instrucción que le habían dado.

     -¿Quién eres?... ¿Cómo llegué aquí?- preguntó Nietzsche, y una voz metálica y monótona hizo de intérprete a través de una bocina localizada a unos metros de él, fuera de la cápsula metálica que acababa de abandonar.
     -Bienvenido, maestro, mi nombre es Rafael. Estamos en el continente Americano, en México, para ser más precisos, esta es la oficina del Partido Humanitario. Lo trajimos aquí para que nos honre con sus conocimientos.

El aparato que se había colocado en la oreja era un traductor en tiempo real. Ahora podía escuchar una traducción en alemán a través del auricular.

     -¿Qué carajo?... ¿Usted inventó todo esto?...- le cuestionó genuinamente intrigado.
     -No exactamente
     -¡Cómo se atreve a sacarme así de mi hogar!... Creo que usted es el que debe compartir su conocimiento conmigo primero… ¡Los viajes en barco tardan semanas y esto fue en un instante!... ¡Y este aparato traductor!... No sabía que tenían esto en América…
     -Bueno, no exactamente… verá… ahora hay cosas más…
     -¿Ahora?
     -Sí… esto es el año 2017. Lo necesitamos para una campaña política que basaremos en sus escritos, sobre todo…
     -¡Válgame!... Usted me está tomando el pelo… casi 200 años en el tiempo… eso no lo creo. ¡Exijo una explicación!... ¡Y ropa!- Lo fulminó con una mirada asesina mientras acomodaba su bigote
     -Tranquilo, acompáñeme… aquí tengo algo de ropa que podría quedarle…tome lo que necesite…

Lo dirigió a una habitación para darle más privacidad. El joven de negro se sentó en una silla que colocó a lado de la puerta para poder seguir conversando con él.

     -Es todo un honor tenerlo aquí, maestro
     -¿Me va a explicar cómo llegué aquí?- le respondió a través de la bocina.
     -Eso no es importante, Herr Nietzsche… nos tiene que ayudar a una campaña política.
     -¿Campaña política?... Bueno, nunca me ha entusiasmado mucho la idea, pero si acepto, tendrá que responder a todo lo que le pregunte y prometer que me va a regresar a mi hogar
     -Hecho.

El hombre de negro sonrió de oreja a oreja. Nada podría detener al partido si contaban con un ideólogo tan importante. Ya podía verse a sí mismo dando su discurso de toma de posesión en el palacio de gobierno.

     -Oiga, qué curiosa bandera tiene aquí colgada en la cabecera de su cama… es una letra “Y” con una línea horizontal cruzando la parte baja… además veo que también tiene una esvástica del otro lado… no sabía que el budismo había llegado a América…
     -¿Budismo?... ah, sí, claro… Bueno, el otro símbolo es el símbolo de una organización de tantas a las que pertenezco…-le contestó nervioso el hombre de negro al filósofo- pero bueno… le voy contando de qué va mi propuesta política. Sé que le va a llamar la atención. Es lo del super hombre. Usted sabe, el hombre superior que tiene el derecho de tomar la voluntad superior sobre las razas inferiores. De tomar lo que nos pertenece sin arrepentirnos, porque somos superiores…
     -¿Pero qué imbecilidad está diciendo?... de eso no trata lo del superhombre, no sea idiota.
     -P-pe-pero… la raza superior, el hombre superior…
     -No, no, no… ¿Alguna vez ha leído algo que yo haya escrito?...
     -No, bueno, no exactamente usted, pero inspirado en usted…-le contestó muy nervioso, con la voz temblorosa- alguien que quiso limpiar al mundo de inferiores comenzando por Europa… varios años después… su legado fue muy importante… nosotros queremos seguir con eso… así de importante es su legado…
     -¿Limpiar al mundo de indeseables?... ¿De qué está hablando?
     -A-a-a-adolf Hitler… quiso que el mundo fuera sólo de los super hombres, maestro…
     -Ay, mierda… ¡No escribí nada de eso!- le contestó furioso mientras abría la puerta. Se había puesto una camiseta de Iron Maiden, unos pantalones de mezclilla y unos tennis deportivos para jugar fútbol que encontró a los pies de la cama.
     -¿Entonces no me va a ayudar?...- le contestó intentando fingir una sonrisa y haciendo una reverencia
     -No. Usted no sabe nada. La comprensión lectora está muerta. Usted la mató.


Friedrich Nietzsche se quitó el aparato de la oreja, azotó la puerta y salió para no volver más a ese laboratorio.

viernes, 29 de diciembre de 2017

Jugando con los tiempos

Tal vez a mí me cautivan tus tiempos De andar distraída y un poco distante, De estar y no estar rondando en mi mente y de olvidarte de mi en otros labios Tal vez me corresponda un tiempo siguiente y logre colarme entre tus sueños de rutinas entre brazos ajenos de lacónico afecto como siempre Quizás me gustas así; tal como eres, como el par de veces que te he visto aunque yo no sepa si tú me quieres Quizás te quiero así; de modo distinto a como él hace que tú desesperes aunque no sepa si sientes lo mismo.


viernes, 20 de noviembre de 2015

Día Internacional de la Memoria Tansgénero

Imagina que de la noche a la mañana todo amanece con el cuerpo lleno de escamas, pero tú no. Imagina además que a nadie le parece raro y todo el mundo actúa como si tener escamas fuera lo "normal" y no sólo no cuestionaran el por qué amanecieron así, si no que se sientan orgullosos de la firmeza y dureza de sus pieles.
Sales a la calle y puedes sentir las miradas acosadoras de los demás: te están juzgando porque eres distinto. Pasas a lado de alguien y ese alguien se hace a un lado y te barre con la mirada. Pasas a lado de un grupo de personas y alcanzas a escuchar sus comentarios.

     -¿Ya viste esa madre?
     -No mames, qué asco...
     -Es tu novia, wey, qué te haces

Pasas el trago amargo con la garganta reseca y te resistes a reclamarles porque sabes que tienes la desventaja y los policías no van a hacer absolutamente nada en tu defensa. Y entonces notas que te sigue un niñito y en toda su inocencia le pone la cerecita al pastel cuando te jala de la mano con sus rugosas manitas:

     -¿Eres niño o niña?

Consideras que a esa edad también hiciste preguntas motivadas por la genuina curiosidad y sin tacto porque los niños no conocen reglas sociales complejas a esa edad y respiras hondo para ponerte en cuclillas y responderle.

     -Mira, yo...
     -¡Quique... deja al señor en paz!...- se acerca un señor y se lo lleva cargando

Y una vez más te tragas el coraje -o no, quizás no-. Debatiéndote en tu fuero interno si detener a explicarles o dejar que se ahoguen en su estupidez.

Más o menos esto es lo que implica tener una identidad que no cuadra con los roles de género tradicionales. Más o menos eso se siente ser transgénero/transexual.

Este tipo de expresiones de violencia son lo mínimo que tienen que vivir las personas transexuales/transgénero/travesti/no-binario. Recuerden que ellxs también son seres humanos y merecen nuestro amor o por lo menos nuestra tolerancia y total inclusión en sociedad. Son nuestrxs hermanxs, nuestrxs amigos, nuestrxs compañerxs.

Dejemos pues de condenarlos y si no podemos, por lo menos seguir el viejo slogan de "Vive y deja vivir". Nunca más adecuado en un país donde los asesinatos por odio están al día.

Hoy, 20 de noviembre, a parte de la revolución mexicana, también es día internacional de la memoria transgénero. Honremos la memoria de quienes fueron asesinadxs por su identidad y respetemos a quienes siguen resistiendo en pie.




domingo, 31 de mayo de 2015

Los N-finales: n+1

     -¿Cómo lo haces?... ¿Por qué no has perdido la razón?... Nuestra nación no es nada más que escombros radioactivos. Pertenecemos al pueblo que inició todo esto. ¿Por qué no te revienta el corazón?. Yo no me he volado la tapa de los sesos porque no tengo una pistola. ¿Pero tú?...
     -Hermano, yo creo que deberías descansar. Medita y encuentra tu paz

El hombre suplicante se tendió en la arena, sobre su costado izquierdo a llorar en posición fetal. Los arapos que llevaba puestos, ennegrecidos por el tiempo contrastaban con el blanquísimo pantalón del gurú, quien estaba ante él sentado en flor de loto sobre una alfombra magenta.

     -Ayúdame a encontrar esa paz. Dime donde buscar
     -Está en ti. Está en tu corazón. Somos responsables, pero también somos responsables de que el mundo sea un lugar un poquito mejor de lo que lo encontramos.
     -¿Pero qué hago? ¡Perdí a toda mi familia!... ¿Cómo sigo adelante?...-le suplicó entre sollozos, poniéndose de rodillas ante el gurú.
     -Todos perdimos algo. Todos lloramos a alguien. Pero precisamente por eso es que tenemos que continuar. Que nada de esto sea en vano. Que aprendamos nuestra lección y nunca nos volvamos a perder como todo lo que sucedió -El gurú cerró los ojos y apretó muy fuerte para no soltar lágrimas y ser fuerte para su pueblo- no podemos olvidar, para no repetir nada de esto como humanidad ni en lo personal. Lo que sí podemos es perdonar y perdonarnos a nosotros mismos. Es el primer paso de un largo viaje
     -Quisiera poder olvidar todo...
     -Muchas veces no se trata de olvidar nada. Se trata de poner los recuerdos, si tú lo quieres, metafóricamente en un museo. Los atesoras, pero al mismo tiempo sabes que de tan valiosos no debes tocarlos ya. No te pertenecen; son de un pasado que ya no será.




lunes, 4 de mayo de 2015

Reflexión: Mujeres inalcanzables

Hoy en la mañana mientras desayunaba escuché el murmullo del televisor en un programa del canal 13 en el que "humorísticamente" hablaban de cómo sería el mundo ideal de los hombres (o del mínimo común múltiplo, por lo menos). 

-"Un mundo donde no haya mujeres inalcanzables", decía el intento de comediante.

En primera, eso del "mundo ideal para los hombres" es una generalización muy burda. ¿Para todos los hombres?. ¿Qué hay de los homosexuales?, ¿De los asexuales?, ¿De quienes practican cualquier forma no-heterosexual y/o no monogámica de relaciones sexo-afectivas?. Claro, como dije, es del mímimo común múltiplo. Esto es, un arquetipo con el que se sentirían identificadas las masas más comunes del pueblo: tanto en estatus socioeconómico como en niveles culturales y demás.

En segunda. ¿Mujeres inalcanzables?. ¿Quienes son las "alcanzables"?. Se me hace insultante la forma en la que se maneja a las mujeres como un 'objetivo' (¿objeto?) para la conquista de los hombres en los medios de comunicación.

No debe haber un prototipo de "mujer inalcanzable", como tampoco debe haber una "alcanzable". Esto no es (o no debería ser) una competencia entre hombres para ver quien "alcanza" más mujeres o quien "alcanza" a la "inalcanzable". La química sexo-afectiva entre un hombre y una mujer (qué conste que sólo estoy hablando de relaciones heterosexuales y monogámicas desde que es el único punto de vista que conozco por experiencia) debe surgir solita: no debería ser un esfuerzo del hombre para ver si logra llenar las espectativas de la mujer en cuestión o viceversa; porque si no, se reduciría a una simple transacción de oferta-demanda.

Las cosas en el amor (que conste que ahora no solo en el punto de vista heterosexual, si no en el punto de vista del amor y no de la búsqueda de placeres sexuales: esto es un capítulo muy a parte) no deben ser reducidas a "quien merece a quien" o "quien alcanza a quien", si no entre quienes se saben entender, convivir y soñar juntos.



Pero a mí no me hagan caso, quizás llegué a todas esas conclusiones porque las quesadillas de huitlacoche no estaban en el mejor de los estados.

domingo, 22 de marzo de 2015

Sembrador de calabazas

En los vestidores, el equipo Kurdistaní se preparaba con su galante primer uniforme, con base en blanco y vivos rojos en el pecho, con adornos laterales en gris; el short totalmente blanco, con una raya vertical en la lateral de cada pierna; así como las calcetas blancas con 3 rayas horizontales grises a la altura de las espinillas. Saltarían al campo con todo, menos con su delantero estrella.

     -Fidencio, quiero hablar contigo...- Le dijo Mauler, el director técnico del equipo al joven, al salir del vestidor.
     -¿Qué pasó?... Dime...- Respondió el delantero, pasando sus dedos por su crecida y cerrada barba, intrigado por el suspenso.
     -Mira hijo, me llegó un comunicado, la cosa es muy seria, estoy seguro que ya lo sabes...

Fidencio se quedó petrificado con los ojos en el suelo e incapaz de contestar en ese momento. Sólo se aclaro la garganta lo suficiente para una palabra:
     -Entiendo...
     -En este partido vas a ser suplente. No podemos darnos el lujo de meterle más polémica al partido...
     -Pero... son exageraciones... Tú me conoces de más de 4 años... ¿Qué onda?
     -Si te creo o no, es irrelevante. Tuvimos que dividir las barras de cada equipo con mallas ciclónicas y varias decenas de granaderos para que no se destripen al final... ¿Quieres echarle más leña al fuego?
     -Bueno, está bien... Es tu equipo...- Le contestó el astro desencajado y apenas de pie por el temblor que dominó sus rodillas. Sería aún más difícil su camino a las bancas.

Con el Camp Nou a reventar, la selección de Serbetistán saltaba así mismo, al campo, con sus colores totalmente azúl marino con vivos en color dorado. El mundo entero sintonizaba también por sus pantallas -tanto humildes, como enormes despliegues de plasma capitalista- la final más polémica que nunca se había jugado sobre la tierra. Dos naciones que llevaban casi un cuarto de siglo peleando a muerte por razones políticas muy complejas; dos naciones que alguna vez fueron una sola y próspera civilización hasta que ideas separatistas y extremistas llegaron a un sector de la población que necesitaba desesperadamente creer en algo.

     -Señoras y señores, es un verdadero privilegio estar esta tarde con ustedes en esta final de la copa del mundo. Tenemos un partido totalmente electrizante entre los seleccionados de Serbetistán contra sus homólogos de Kurdistán. El público está convulsionando con emoción y espero sinceramente que predominen el buen fútbol y la pasión del deporte y el juego limpio.
     -Así, es mi querido Lucas, esperemos que todo salga bien.

Ambos narradores compartieron la alineación de ambas escuadras, haciendo notar la ausencia del delantero estrella kurdistaní: sin duda alguna debía ser por la polémica que había surgido hacía algunos días en redes sociales. A pesar de la gigantesca importancia de este partido, Saenz permanecería en la banca, como relevo.

     -Bueno, probablemente es para que Skinner comience a sentirse en confianza siendo titular, ¿No?. Es joven; sería la primera vez que esté a cargo de la ofensiva kurdistaní.
     -Esperemos que haga un papel brillante y que no vaya a sembrar calabazas.

En los megáfonos tocaron los himnos nacionales de cada país, para respeto de unos y burla de los contrarios; los ánimos comenzaban a caldearse y el balón todavía no daba ni su primer bote. Los granaderos aguardaban, algunos con los cascos ya bien puestos y otros lanzando advertencias a los aficionados en los extremos de cada lado del estadio.

Cada quien tomó su posición en la cancha, con el árbitro central entre ambos capitanes, se realizó el volado para ver quién tendría la posesión del balón. Hummels, el sempiterno capitán kurdistaní ganó el volado y por razones políticas se saltaron el cambio de banderines. Cerraron la formalidad con un breve apretón de manos y un intercambio de miradas asesinas con Ströker, su homólogo Serbet.

Fue un primer tiempo de locura. Afortunadamente la rivalidad no tomó tintes necesariamente violentos, pero predominó el uso del cuerpo, los empujones en los tiros de esquina, barridas y jalones de camiseta. Se repartieron las primeras 3 tarjetas amarillas para cada equipo en un tiempo récord. El árbitro auxiliar pitó el final, anunciando el medio tiempo. Mauler esperaba a sus muchachos en los vestidores con los nervios de un cero a cero y el traje gris oxford completamente desaliñado.

     -Muy bien, muchachos. Necesitamos meter el gol decisivo. Quiero que ataquen como si no hubiera mañana.

Fidencio pensó que él podría hacer la diferencia, pero estaba tan desmotivado por el hecho de no ser titular en un partido tan importante que no dijo nada y se quedó mirando su celular con la sudadera tricolor y el pants aún puestos, sentado en una banca de los vestidores mientras los demás se duchaban, lo más lejos de los otros suplentes que pudo. No había intercambiado palabra con nadie durante los primeros 47 minutos del encuentro.

     -Muchacho, contigo quería hablar.
     -Sí, ya sé, ya sé, ya lo he leído todo en redes sociales. No sé qué pensar... ¿Tú les crees?... Es lo más amarillista que he leído en mi vida...

“Fidencio: sembrando odio separatista en el polvorín que es este país” se alcanzaba a leer en la pantalla del jugador.

     -Mira, a este punto es irrelevante si te creo o no... No queremos que la Selección Nacional se manche con toda la mierda que están lanzando en redes sociales. ¿Lo entiendes, verdad?...
     -Sí, ya sé, el prestigio lo es todo...- respondió el delantero
     -Entonces estarás de acuerdo que lo único que te queda es disculparte con la directiva de tu club y retirarte del fútbol, ¿No?... No te cierres las puertas, tal vez en unos años podrías ser entrenador o algún puesto directivo... Ya le escribieron al presidente de tu club, exigiendo que te despida...
     -Bueno, y ¿Cómo sabes todo eso?...
     -También me mandaron el correo a mí, firmado por varias asociaciones nacionalistas. Yo les he dicho que este será tu último partido. Lo siento, en verdad lo siento...- el director técnico se paró y abandonó los vestidores para irse a su puesto directivo en la cancha, luego de palmear la espalda del muchacho.

Él se encontraba totalmente desencajado y con la mirada fija al infinito. Simplemente no podía creer que su vida estuviera arruinada en el pico de su carrera, todo por el amarillismo de los medios de comunicación. Sí, había criticado -con sátira y sarcasmo- algunos métodos extremistas de políticas públicas serbets en redes sociales y algunas personas se lo habían tomado demasiado en serio comenzando a insultar y a amenazar, pero nunca pensó que todo esto escalara tan lejos. Finalmente la gente en internet insulta por las cosas más triviales. Pero quizás debió parar a tiempo o censurar a quienes tenían ese tipo de actitudes, es cierto. Hubiera... no hay una palabra más cruel y menos cuando ves tu carrera destruida.

El segundo tiempo comenzó con aún más frenesí. Patadas, codazos y empujones al por mayor. Atrás había quedado la magia serbet del juego bonito. Habían cambiado su juego de toques cortos y gambetas dignas de un ballet clásico por sendos guadañazos cada que perdían el balón. Las tribunas hacían gala de cánticos cada vez más ofensivos, batucadas que ya no cantaban para apoyar a su equipo si no para innsultar a los rivales y sus familiares; extensas expresiones de antideportivas que cada vez sólo se volvieron más incivilizadas con la caída del primer gol.

     -¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL... de Ströker!... al minuto 72 remata de tijera en un tiro de esquina... Un gol que viene a ponerle el primer clavo a la escuadra kurdistaní...
     -Los blancos no van a estar felices, eso sí...

De un lado, las gradas enloquecieron con pirotecnia azul, al ritmo de las tribales batucadas que aprovechaban el anonimato para intentar lanzar toda clase de proyectiles por encima de los granaderos y de la malla de seguridad. Una lluvia de vasos de cartón y plástico provenientes de ambos lados -llenos de todo tipo de líquidos- se estrellaban inútilmente en los cascos de los granaderos. Sin embargo, las fuerzas del orden fueron tolerantes y todavía aguantarían antes de lanzar los gases lacrimógenos por el bien del deporte.
Del otro lado, los fans blanquirrojos lanzaban toda clase de basura al campo, como queriendo descalabrar a los jugadores contrarios con vasos desechables y rollos de papel de baño, para vengarse por haberse puesto adelante en el marcador.

El director técnico maldecía a la defensa del equipo que no supo ganar el tiro de esquina y al portero que se abalanzó por el balón, pero en dirección contraria. Hizo una doble sustitución para al menos tener gente fresca y con la mente tranquila en la defensa para que no hicieran más grande la ventaja.

Las jugadas comenzaron a ser más violentas y desesperadas. Patadas y barridas por todos lados que ni el árbitro ni sus asistentes marcaban para no acrecentar la polémica en las tribunas. Un patadón por acá, otro jalón de camiseta por allá; jugadores que se hacían de palabras y se llamaban por toda clase de despectivos racistas; era la sucursal del infierno.

De pronto, en una jugada de rutina, un mediocampista azul, cansado y ya con poca visión de cómo despejar el balón y llevarlo a la ofensiva, le regresó el balón a los pies del portero, pero no puso cuidado a que Skinner estaba justo detrás de él, esperando el mínimo error y en cuanto el balón abandonó su botín, el blanquirrojo pegó la carrera tras el esférico.

     -Skinner, se quedó solo con el portero... ¡Se prepara para disparar!...

El portero se lanzó a los pies de su contrincante para intentar recuperar el balón, pero fue demasiado tarde. Skinner saltó con el balón entre los pies. Aunque el guardameta alcanzó a pescar el pie izquierdo de su rival, el balón ya había escapado y rodó lento pero seguro a cruzar la línea del gol, mientras que el delantero cayó de cara en el césped.

     -¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!... ¡Con este gol Skinner seguro se gana la titularidad!... ¡El público se vuelve loco y el partido aún no acaba!.

En las tribunas los blanquirrojos enloquecieron de júbilo encendiendo más pirotecnia, pero esta vez entintando el ambiente de rojo y de cantos cada vez más violentos, tanto que tuvieron que bajar el volumen para poder seguirlo transmitiendo por televisión abierta. El joven novato se levantó solo y se alejó de la portería cojeando ligeramente, haciendo señas a los camilleros que espraban en la banda lateral para indicar que sus servicios no serían necesarios. Al momento en el que el furioso portero sacó el balón del fondo de la red el reloj marcó los 90 minutos y el árbitro silbó el final del encuentro regular. Tendría que definirse todo en tiempos extra y si no, a la cardíaca ronda de penales.

Los aguadores y preparadores físicos saltaron a la cancha, una vez que ambos equipos cambiaron de portería. Algunos estiraban las cansadas y acalambradas piernas; otros recibían masajes y un buen trago de agua; cambiaron playeras totalmente empapadas de sudor por frescas y hasta el portero kurdistaní se puso de rodillas a orar en el marco de su portería. Por primera vez en todo el encuentro, el silencio de la expectación reinó entre los aficionados que miraban fijamente a sus favoritos.

El director técnico hablaba con los de la banca. Aún le quedaba una sustitución y les explicó que si el partido no se resolvía, la usaría en el segundo tiempo de alargue.

El árbitro silbó el inicio del primer tiempo extra y ambos equipos saltaron con renovados bríos durante la primera mitad. Habían dejado atrás el juego rudo ante la amenaza de quedarse con uno menos y se resolvían a pasear el balón por su propio pedazo del campo para intentar ver un error del contrario. Perdían el esférico e inmediatamente lo recuperaban. Los delanteros corrían intentando crear oportunidades de gol, pero los defensas contrarios siempre encontraban la manera de despejar. Sube y baja, ataca y defiende en un juego de nunca acabar. Emoción para mantener a los aficionados tranquilos y totalmente absortos a lo que ocurría en el césped. En la última jugada, como si fuera un deja vú, Skinner se volvió a quedar solo contra el portero serbet.

     -Skinner, Skinner, va por el segundo...

Y en eso, pasó algo que ni el portero pudo prever. Skinner apoyó todo su peso en el pie izquierdo y perfiló su pierna favorita hacia atrás para tirar un cañonazo, pero el tobillo falló y calló de espaldas con una flamante fractura expuesta de tobillo. Los ligamentos no aguantaron el estrés y, resentidos por la caída de su primer gol, cedieron en un crujido espantoso. El balón salió gentilmente del campo para un saque de meta que tardaría en suceder.
Los camilleros llegaron inmediatamente al área chica donde Skinner yacía retorciéndose de dolor y agarrando su pierna con ambas manos. Inmediatamente se lo llevaron en camilla hacia la enfermería.

Mauler se arrancó la corbata ante el estrés y se le desabotonaron los primeros botones de la camisa. De la bolsa de su pantalón sacó un pañuelo para limpiarse la perlada frente y avanzó con el juez de línea para indicarle que el número 10 entraría a sustituir a su caído número 11.

Fidencio se apresuró a quitarse la sudadera y el pants de entrenamiento, quedando con su amada camiseta, su short y sus estrambóticos tacos color gris con vivos en naranja. Sería poco lo que jugaría del primer tiempo extra, pero le serviría de entrenamiento para el segundo.

Logró, para sorpresa de nadie, abrirse paso ante sus adversarios dominados por el cansancio y los calambres; creó un peligroso intento de gol que dejó a los contrarios preguntándose si podrían aguantar la segunda mitad. El árbitro pitó y volvieron a entrar los preparadores físicos y los aguadores.

Fidencio se apartó de los demás a su propia portería, donde se unió al guardameta en su oración, ante la sorpresa de todos, quienes no sabían si de verdad había dejado de ser ateo, o sólo le pedía una intervención al altísimo para poder limpiar su nombre luego de lo publicado en internet.

Abrió el segundo tiempo extra y Fidencio hizo la diferencia de alguien que comienza una carrera en los últimos kilómetros contra quienes ya llevan casi terminado el maratón. Fusiló al portero 4 veces más, pero sus nervios de acero serbet nunca lo traicionaron, repeliendo cada uno de los tiros.

Finalmente le dieron una diagonal larga a Fidencio, se quitó a 2 defensas que miraron con locura cómo los dejaban atrás y disparó al ángulo opuesto donde lo esperaba el portero serbet, quien ni volviéndose superman podría haberlo detenido.

     -¡¡GOOOOOOOOOOOOL DE KURDISTÁN!!... ¡¡Faltando 2 minutos para el final del encuentro esto prácticamente se acabó!!- gritaron los narradores para la televisión abierta. Y luego el silencio forzado por las cámaras ante el caos.

Mientras Fidencio corría solitario -no, nadie se juntaría a celebrar con él, no fuera que ensuciaran su reputación- por el campo de los contrarios, señalando al cielo con ambos índices, los aficionados perdieron la razón y el civismo. Mientras pensaba en sus antepasados que seguramente lo veían desde el más allá y se levantaba la camiseta para besar el escudo de su pecho, empezaron a llover petardos tanto al campo de fútbol como entre los aficionados. El árbitro tuvo que silbar el final del encuentro mientras los granaderos contenían a la multitud que se deshacía en múltiples broncas, empanizadas de gas lacrimógeno. Fidencio terminó su frenética carrera y volvió a la realidad.

     -Ha sido un honor, hermano...- Se le quebró la voz mientras le tendía la mano al guardameta, con quien también había hecho equipo los últimos 4 años en el FC Microcosmos en su país natal.
     -El honor es mío- Le replicó el portero y lo abrazó, sabiendo que rompería en lágrimas y le acarició la cabeza con las manos ya desnudas.

Fidencio Sánz hizo una pequeña reverencia al poco público que aún conservaba la cordura, se quitó la camiseta, volteó a ver el cielo y se cubrió la cabeza y parte de la cara con ella. En parte para secarse el sudor y en parte para que no distinguieran sus lágrimas de lejos.

     -¡Oye, oye, oye....!, No te vayas, concédenos una entrevista...- Le jalonean los periodistas.
     -Yo creo que ya se dijo con los directivos todo lo que se tenía que decir- Responde el zurdo interpelado y se talla los ojos rojos con su sudorosa camiseta que ya lleva en la mano solamente.
     -Pero... la polémica...
     -Tú mejor que nadie sabe que la prensa puede exagerar cualquier nota con tal de exhibir y quemar a alguien. Todo sea por la política y por vender más diarios. Yo ya expliqué lo sucedido, adiós...- Y siguió caminando directo a la salida del estadio, cubriéndose la cara con los colores que tanto amó, defendió y respetó hasta el final. No por vergüenza, si no porque aún a estas alturas, detestaba que lo vieran llorar.

Caminó completamente ajeno a las trifulcas en las calles aledañas al estadio, indiferente a la premiación o al infierno que se hubiese desatado en el Nou Camp. Caminó apretando el paso hasta que logró conseguir un taxi.

     -¡Taxi!- El taxi frenó y se subió en la parte de atrás.
     -¿A donde vamos, joven?...
     -Al hotel Mayorazgo, por favor.
     -¡¡No... no puede ser... usted es el delantero del FC Microcosmos!!... Estuve viendo el partido por el celular. ¡Qué golazo acaba de anotar!. ¿Me firma un autógrafo antes de irnos?. ¿Sería mucho pedir una selfie?...

Aceptó y tuvo que fingir una sonrisa ante el lente de la cámara del celular del taxista para que avanzaran discretamente entre la noche. Sin fuerzas de hablar le dijo al hombre del volante que se encontraba muy cansado para evitar la plática y él lo respetó hasta que llegaron a su destino.

     -Servido, joven- la voz del ruletero lo sacó de sus cabilaciones como un balde de agua fría.

El deportista le extendió un billete grande que guardaba en el calcetín cada partido, como para resguardarse de cualquier emergencia.

     -No tengo cambio... le invito la dejada, tómelo como un regalo por habernos hecho felices a los fans
     -No, no, yo insisto, no importa, sólo quiero dormir.

El taxista tomó el billete maravillado y Fidencio se apresuró a su habitación, pidiendo la llave en la recepción: entre la conmoción había dejado sus cosas en el vestidor.
Subió a su habitación y tomó un duchazo. Se puso su playera vieja del FC Microcosmos -con la que había debutado 4 años atrás, firmada por todos sus demás compañeros y exentrenador - y subió a la azotea del hotel.

Estaba decidido a no vivir de otra cosa que no fuera su sueño. El fútbol lo era todo para él y no iba a darle gusto al morbo de la prensa de verlo desvanecerse en el anonimato o de conformarse con ser del cuerpo directivo de algún otro equipo. No iba a portar nunca otros colores que no fueran los suyos. Se iba a ir en sus propios términos. Así que se quitó la camiseta, besó el escudo por última vez y aferrándose a ella saltó de la terraza, con la certeza de que sería la última vez que despegaba los pies del suelo.