miércoles, 5 de marzo de 2014

El demonio de los extremos.

Por razones demasiado largas y que nada tienen que ver con el tema de este pequeño artículo, perdí la vesícula biliar y con ello tuve que cambiar radicalmente mi estilo de vida. Pasé de comer tanta carne que haría palidecer a cualquier argentino amante del asado y haría gritar "¡Genocida!" a cualquier végano que supiera.

Por eso fue que me fui adentrando precisamente a esas corrientes del pensamiento humano que no necesariamente son compatibles con la mayoría de las personas ni con el sistema económico en el que existimos. A resumidas cuentas, me volví ovolacteo-vegetariano; es decir, que renuncié por siempre a las carnes (sobre todo las carnes rojas) y únicamente consumir huevo y lácteos como productos animales.

Otros estilos de vida: Dietas.

Desconozco la cifra exacta de cuanta carne roja se consuma en México al año por habitante, pero imagino que la cantidad no nos sorprendería del todo. Al salir a la calle a comer algo en puestos de la calle sólo se encuentran opciones netamente carnívoras: los deliciosos tacos de carnita, al pastor, de bisteck, de guisados con carnes y un enorme etcétera engalanan nuestras aceras y basta echarle un ojo a cualquier recetario de comida típica mexicana para darse cuenta de la fuerte tendencia al consumo de carnes rojas y alimentos de alto contenido calórico. 

No voy a listar los peligros del consumo excesivo de carne roja porque sería un post muy aparte que también tengo en mente, pero entre los más conocidos están:

-Aumento en las probabilidades de problemas cardiacos (al taponear arterias con grasas saturadas y al mismo tiempo elevar la presión arterial)
-Aumento en las probabilidades de sufrir cáncer (sobre todo relacionados con el tracto digestivo)
-Aumento en la presión arterial
-Aumento en el ácido úrico (más problemático en los hombres, porque suele generar el mal conocido como "gota" y llevar a amputación de extremidades inferiores)
-Aumenta el riesgo de padecer arterioesclerosis.

Todo esto referido únicamente a nuestra existencia (sí, ya sé, me van a tachar de especista) sin tomar en cuenta a las demás vidas que tenemos que sacrificar para saciar nuestro afán omnívoro. Es polémico el mismo hecho de que nosotros los humanos criemos millones de animales únicamente para nuestro consumo y aún más incómodo si miramos cómo se tratan a los animales en la mayoría de granjas donde los apilan como si no se trataran de seres vivos.

Añadido a esto, el impacto ambiental de la crianza de animales es mucho mayor que el que se tendría únicamente cosechando vegetales y frutos en las mismas áreas. Por ejemplo, se necesitan aproximadamente 100,000 litros de agua para obtener un kilo de carne de res (tomando en cuenta el agua necesaria para regar los pastos que ha de consumir el ganado), mientras que con 2,000 litros se puede cultivar un kilo de soya o arroz. Por supuesto que los terrenos de pastoreo también afectan a gran escala al calentamiento global; entre 15 y 20% de las emisiones de carbono mundial vienen de la ganadería y el cultivo de reses es uno de los que más produce: la crianza de ganado vacuno produce el doble que la crianza de puercos, cuatro veces la de pollos y 13 veces la de vegetales y granos como frijoles, lentejas y tofu.

Hasta ahí los argumentos van bien y todo, pero la cosa se pone macabra cuando mencionamos la experimentación en animales.

Claro que hay vanalidades (porque por supuesto que lo son) como el mundo de la moda (diseños con pieles de animales y las pruebas de cosméticos en animales), pero la investigación médica es por supuesto otro tema por demás polémico. ¿Cómo podrían encontrar la cura a enfermedades terminales o crónico-degenerativas sin experimentación?. ¿La respuesta sería experimentar en personas? (imagino la reacción de los radicales: "claro, experimenten en pedófilos y violadores"). Eso sería una práctica que un compa alemán intentó hace mucho bajo el apodo "El ángel de la muerte" o que intentaron los japoneses con su infame "Unidad 731" y la historia no los recuerda con prestigio ni con respeto.

Es desde luego, un tema que requiere un análisis muchísimo más profundo que estas humildes líneas y no faltará alguna despistada que ande con sus botas de piel y maquillada con Maybeline ("porque experimentar con animales, lo vale") gritando que es végana y que tenemos que dejar de ser especistas.

Aún queda pendiente la segunda parte, en la que trataré otro tipo de radicalismos: "Otros estilos de vida: sexualidad"



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