lunes, 26 de septiembre de 2011

Cuando llueve

Al principio comienza con la suavidad de una caricia, como los dedos de la persona amada jugueteando con tu cabello por última vez antes de volverse nada. Comienza cayendo fina como las lágrimas de un niño. Es algo triste, pero nada inusual dentro de su tipo. Los amores terminan y los niños lloran desde siempre. Y a su vez el  viento sopla sin premura, casi como una palmada amistosa en tu espalda. Esto no durará, pero se siente bien; es como una liberación ¿No?.


En un principio eran dos y sólo conocían el amor de una única e incipiente forma.

Ahora la lluvia comienza a volverse recia, ya no es el tímido llanto de un niño, pero tampoco se compara a los gritos apasionados de un adulto por un amor perdido. Es algo intermedio y ya lo has sentido. Es una callada desesperación que oprime el pecho. Entonces, sólo por no dejar al reciente chubasco solo, el viento le hace segunda. Se enreda en tu cabello y lo hace caer sobre tus ojos. Te ciega pero te habla, de la única forma en la que el viento puede hablar; un quejido lastimero, pero nada más.

El tiempo ha pasado y ambos han sembrado ilusiones; son sus hijos que ahora crecen fuertes. Miles y luego millones de ellos, poblando la otrora virgen tierra.

La lluvia continúa impaciente, no aumenta en intensidad, pero en la distancia el rugido de las nubes y su destello se atenúan. La voz del viento, como grito de  guerra, llama al frente a un regimiento de heraldos negros.

Ya no eran sólo un hombre y una mujer, eran más que la suma de sus partes. En el dominio del tiempo tuvieron que separarse y su descendencia sufrió. Ella no era feliz con ella misma, pero tampoco lo dejaría a Él...

La tormenta azota con más fuerza ahora, si no te habías mojado antes, ahora lo harás. El viento ya no da lastimosos quejidos. Ahora es un rugido inhumano y se engalana con las luces del cielo. El aire ahora está cargado de posibilidades.

Ella los amaba, pero para Él eran una barrera, algo que sólo emanaba frialdad y había crecido entre ellos como un cáncer. Quizás por eso Ella no dijo nada  cuando Él intentó regresar.

La tormenta ha llegado a su pico de madurez, la lluvia pica un poco la piel al caer como agujas. El frío penetra la ropa y cala los huesos, en busca de cualquier grieta que le lleve a darte el golpe final al corazón. Deberías buscar refugio pero hay algo que te detiene, sabes que algo está por suceder. Aprietas los nudillos intentando despejar la mente antes de que llegue lo inevitable. La respiración entrecortada y los dientes chirriando; no de frío, de miedo.

Generación tras generación de su estirpe creció, vivió y pereció. Olvidaron el nombre de Ella y también el de Él. Ella nunca los dejó y a su manera, ellos la siguieron amando. Pero Él se perdió por completo. Él los veía desde el más allá, sin poder tocar la piel de Ella nunca más. Algunas veces Él maldecía los cielos...

Los truenos están cerca ya, iluminando el oscuro cielo por instantes y revelando de vuelta sus nombres. Debes sentir frío, ¿No?. El viento y la lluvia son bestias que desgarran tu carne, pero no... no sientes nada. La energía se está acumulando.

Al fin una grieta se ha formado en su prisión milenaria. La realidad se difumina y se pierde en horrores que nadie puede describir con palabras. Él puede seguir su escencia. Nunca la olvidó; su recuerdo siempre torturó sus sentidos. Algo lo hace recordar la fuerza perdida. Con sus huesudos dedos amplía la grieta.


Sólo te quedas ahí, mirando silenciosamente a los iracundos cielos mientras una grieta se abre en la bóveda celeste. Los vecinos enloquecen en sus ventanas al ver que su mundo se desploma. Cientos de líneas rojas se suspenden en las nubes bañándolas de sin sentido. La tierra lo recuerda, algo viene.

Él prueba de nuevo la libertad. Otra vez tiene una oportunidad para reunirse con su amada.

Él viene.

Él está furioso.



1 comentario:

  1. Poderoso... ese algo o ese alguien que aun tenemos medio escondido bajo la cama...
    Un día saldrá a jalarme las patas y encontes no tendrñe ni tiempo de gritar.. no quiero extrañarlo (a quien sea que esté ahi)
    quiero extrañarme a mi.
    Shh.. ya asomo sus manos en busca de consuelo.

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